A veces la fórmula empieza con un “Érase una vez…” .Otras toma la forma de
“El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana…;”
o de
“El mundo ha cambiado. Lo siento en el agua. Lo siento en la tierra. Lo huelo en el aire…”
Y así, nos engancharon, nos hechizaron bajo su embrujo y nos dejaron con ganas de más. Hay historias que tienen ese don, adopten la forma que adopten. El mitólogo francés Georges Lewi, define así este fenómeno que conocemos como storytelling:
“es la utilización de cualquier tipo de lenguaje ya sea textual, gráfico, auditivo, olfativo o visual, para construir una historia, con una estructura narrativa completa, que alimente la curiosidad y mantenga el interés de su público; una historia que busque convencer y suscitar el deseo de la participación en la trama y que permanezca en el recuerdo”.
También existen personas que poseen ese don, el don de contar historias. En este artículo haremos un viaje en el tiempo para analizar cómo nació la figura del storyteller, qué entendemos hoy en día como tal y haremos predicciones de pitonisa sobre el contador de historias del futuro.
HACE MUCHO TIEMPO ATRÁS…
Los seres humanos somos los únicos animales capaces de crear y contar historias, y curiosamente todo nos viene de nuestra capacidad también única: la de mentir. Pero no vamos a hablar de mentiras hoy, vamos a contar verdades. Vamos a hablar de historia (history, que no story).
Dice la historia, que las primeras “personas” pintaron símbolos sobre las paredes de cuevas, quizás para no olvidar, lo que habían presenciado, quizás para contar una historia. Se hacía el silencio, todos se sentaban alrededor del fuego y el ritual daba comienzo. Los primeros storytellers fueron los conocidos como chamanes, eran personas con la capacidad de narrar acontecimientos importantes de su tribu, de tal forma que los demás escuchaban atentamente, y se enganchaban a los relatos.
Los narradores de historias eran respetados, las reuniones junto al fuego para contar historias, sagradas.
Así, la historia compuesta de una tradición oral, arte rupestre y danzas, ayudaba a sus creadores a recordar, a dar sentido a su mundo y expandirlo. Tradicionalmente, las historias orales han sido entregadas de generación en generación, por lo que los primeros storytellers además debían gozar de una buena memoria para recordar las historias y transmitirlas. Y al viajar de tierra en tierra, los narradores aprenderían las historias de varias regiones mientras también reunían noticias para traer de vuelta con ellos.
Y así nacieron y se desarrollaron también otras formas de storytellers, como los bardos, los escaldos, los aedos y rapsodas y también los trovadores, que se ayudaban de la música y el canto para transmitir las historias, o los juglares, que añadían también interpretación a esas historias. Y en otras culturas los conocimos como dastangoi (persa), griot (africano), gusan (armenio), o kobzar (ucraniano).
El arte de contar historias se convirtió en una historia también, la protagonizada por Sheherazade, que relató al sultán Shahriar “Las mil y una noches” y no solo se salvó de la muerte con ello (perdón por el spoiler) sino que además cambió por completo al tirano que escuchó sus historias. Tal y como puede leerse al comienzo del famoso relato épico indio Mahabhárata, “Si escuchas atentamente, al final serás otra persona”.
Las historias de tradición oral de muchas partes del mundo empezaron a recopilarse en papel. Jakob y Wilhelm Grimm fueron los encargados de hacer esto en Alemania, Joseph Jacobs en Inglaterra, Escocia y Gales, Jorgen Moe y Peter Christen Asbjørnsen en Noruega, o Hans Christian Andersen en Dinamarca.
Tras la escritura llegaron la prensa, el cine, la radio y la televisión, que trajeron consigo nuevos formatos, nuevas formas de contar historias. Estas, ya no eran orales e individuales, sino historias colectivas, historias con imágenes y efectos especiales. Avancemos ahora hasta nuestros días para ver cómo resurgió, de alguna forma la figura del contador de historias original.
HISTORIAS DE HOY
Casi cualquier persona puede convertirse en un contador de historias hoy en día. Ya no es necesario acudir a la hoguera del chamán, basta con encender nuestro móvil u ordenador y tenemos entretenimiento o información seguro. Internet se ha convertido en nuestra hoguera, nuestro lugar de reunión donde se encuentran las historias, y tenemos storytellers por doquier: desde las personas que cuentan sus anécdotas en la radio, a los bloggers, o los youtubers. Incluso las marcas utilizan ahora sus orígenes para crear narrativas y a narradores profesionales conocidos como chiefs storytelling officers para ello.
Pero para mí, un gran ejemplo de storyteller de nuestro tiempo es el que conocemos bajo el término de “speaker” y un gran ejemplo de formato que los reúne, las charlas TED.
Con el eslogan de “Ideas worth spreading” o ideas que merece la pena difundir, las TED talks son en sí buenas historias que conectan con las personas, las conmueven e incluso las llevan a la acción y al cambio.
El poder de las historias es que sirven para transportarnos pero también para transformarnos.
Estas historias, tocan todos los ámbitos, pero tienen algo en común: queriéndolo o no, inspiran.
Estos storytellers tienen ciertas características comunes: sus historias no duran más de 18 minutos, tienen un claro arco narrativo y son sólo apoyadas con algunas imágenes o fotografías. Suelen ser además charlas cercanas que cuentan algo personal, y no hay presentación de PowerPoint ni montaje de edición que aumente los efectos de su oratoria. La atención se centra en el narrador de la historia, tal y como en los tiempos de las historias a la luz de la hoguera.
Os dejo aquí 5 charlas clave que hablan sobre la figura del storyteller y el poder del storytelling, pero si os quedáis con ganas de más podéis ver esta lista de reproducción de Ted o esta otra con contenidos seleccionados por mí.
Vamos un paso más allá e imaginemos cómo serán y qué papel tendrán los storytellers del futuro.
DENTRO DE MUCHO TIEMPO… ¿O NO TANTO?
Ya en nuestra era, las historias pasaron de ser algo que contaba una sola persona con un don especial, a ser algo que se contaba desde varias perspectivas con el trabajo de muchas personas. Una misma obra de teatro puede contar una historia nueva solo por estar interpretada por actores diferentes, o por ir sin attrezo. No es sólo cosa del dramaturgo, sino también de la capacidad interpretativa y de emocionar de sus actores, de su escenografía o la falta de ella y de su ritmo, por ejemplo. Y lo mismo pasa con una película, que pasa por las manos del director de arte, de fotografía, de montaje, de edición…. ¿entonces dónde fue la figura del cuenta-cuentos? ¿Qué fue del storyteller original, tendría una forma y un sentido en los años por venir?
Podríamos decir que en todos estos ejemplos anteriores, la figura del narrador se diluyó hacia una figura más organizativa, un gestor que conocía todos los entresijos de la historia, y junto con un equipo de personas, le daba vida. En próximos artículos veremos quien ejerce está figura que tiene el control narrativo máximo sobre la historia en diferentes medios como el teatro, los videojuegos o el cine, entre otros.
En estas historias colectivas llegó un momento en que los storytellers perdieron un poco el control sobre la historia y su mensaje, y donde los oyentes pasaron a participar en el relato y a cambiarlo.
Y esa es precisamente, la esencia que recupera al storyteller original. La capacidad de relatar algo que cada cual entienda y viva a su propia manera.
Siempre contaremos y recibiremos una historia de forma subjetiva pero, el foco puede ser más profundo que una historia, el foco puede estar en nuestra historia, la que nosotros construimos, en la que somos los protagonistas.
Así pues yo apostaría que el storyteller del futuro ya no contará historias aisladas o un universo narrativo accesible a través de diferentes puntos de entrada (transmedia) que se expande a través del apoderamiento de dicho universo por parte de sus fans, sino que pasará directamente a crear mundos interactivos, e invitará a los demás a explorarlos y escribir su propia historia en ellos.
Es decir que pasarían de ser storytellers a ser storymakers, o mejor dicho worldmakers.
Estas historias ya no se contarían, sino que se vivirían. Y cada persona lo viviría de forma diferente, según las decisiones que tome y según una serie de normas, estéticas, tramas, …etc ya pre-establecidas por el creador de dicho mundo.
Aunque nos sea difícil imaginar algo así, estoy segura de que aquellas personas que han visto la serie de HBO Westworld, saben de lo que estoy hablando.
Para quienes no la conozcan, esta serie cuenta la historia de un parque temático futurista llamado Westworld, ambientado en el viejo oeste americano , en el que los visitantes, conocidos como huéspedes, interactúan con los como anfitriones, robots que parecen humanos, o personas artificiales, que han sido programadas para vivir cientos de historias ramificadas para crear la ilusión de un mundo vivo. Así cada huésped vive una experiencia distinta al estilo elige tu propia aventura.
Dentro de esta ficción existe una figura que podría servirnos de ejemplo para lo que yo creo que será el storyteller del futuro. Se trata del personaje interpretado por Anthony Hopkins, el doctor Robert Ford. Además de ser el director creativo y co-fundador del parque, es una especie de arquitecto que se encarga de que los anfitriones y las tramas sean todo lo reales posible, y se preocupa por la coherencia del mundo. De hecho, este personaje tiene mucho parecido con la figura del game master de los juegos de rol, cuyas principales funciones son la de árbitro y moderador, entre otras cosas define las consecuencias de los actos de los personajes. Veremos en un próximo artículo esta figura en mayor profundidad y qué cosas puede enseñarnos sobre el storytelling aplicado a la realidad virtual.
En sí, podríamos decir que el storyteller del futuro tendrá características ya heredadas de sus antepasados, como una gran capacidad de memoria y de imaginación, y que no sepa solo crear, sino también diseñar, enlazar, y manejar todas aquellas variables que puedan hacer que la historia se convierta por fin en un compendio de historias interminables.
Fuese como fuese, creo que ya empieza a despertar esta figura y esta nueva forma de storytelling y que aunque sea a un nivel muy superficial, espero poder vivir algo así como participante, y también, como storyteller y constructora de mundos.
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